¿Hasta cuándo Kaviedes?
Es que los genios -como aquellos que rompen un récord de goleo que sigue sin ser superado, esos que hacen goles históricos para que la selección de su país acuda a su primer mundial o los que marcan de chilena a clubes legendarios como el Barcelona español- pueden regresar cuando quieran"
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El "Nine", si no cambia de opinión a última hora, vestirá la camiseta de Liga Deportiva Universitaria de El Carmen, en Manabí.
El Nine llegó a 47 años y le ha dado una vez más la regalada gana de volver a vestirse de corto para jugar a nivel profesional. No estoy de acuerdo. No estoy de acuerdo que se haya demorado tanto para regresar, que se haya alejado tantas veces de la actividad que lo lanzara al estrellato como uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol ecuatoriano. Nunca debió irse, pero lamentablemente así lo hizo. Muchos deseamos, en algunas ocasiones, que volviera a un grande de nuestro balompié. Y es verdad que con tantos años transcurridos se nos fue diluyendo también, día a día, la ilusión de observarlo nuevamente con la camiseta de la selección.
Nos hubiera encantado que llevara una vida más equilibrada para que nos permitiera disfrutar durante mayor tiempo de su magia, de aquellos trucos que le sirvieron a la Tricolor para llegar a los mundiales de 2002 y 2006. Es más, lo culpo, en parte, y es la primera vez que lo expongo públicamente, por la ausencia de la selección en Sudáfrica 2010. El Nine, con 29 años al arrancar y 32 al finalizar, pudo ser el guía ideal de la Tricolor en ese proceso eliminatorio que se disputó entre 2007 y 2009, pero su bendita -o maldita- inestabilidad lo llevó a abandonar los camerinos de esa brillante Liga que terminó conquistando la Copa Libertadores de 2008.
Aquella mala decisión, una más, le costó un año sin poder jugar profesionalmente, perderse la posterior gloria -aunque nadie lo sabía- con la camiseta blanca y seguir siendo pieza importante y vital de la Tri. Le picaron los pies y aceptó una propuesta de Macará en 2010, sin embargo, tampoco tuvo final feliz.
Y así nos siguió tonteando, molestando, ilusionando y desilusionando.
Nos preguntamos: ¿Volverá? Y nos respondimos también:
Mejor que no.
Ya fue.
No tiene norte.
No sabe lo que quiere.
Desperdició sus mejores años, las grandes oportunidades, las incontables veces que pasó el tren.
Nos olvidábamos de él y nos volvíamos a encaprichar con su regreso, a donde él quisiera, mejor si fuera en un equipo del fútbol grande. Y en el momento menos esperado hacía girar los lentes hacia él, pero con hechos ajenos al deporte.
Ya cansados y frustrados, lo sentenciamos: ahora sí, ya se jubiló. Una vez más dijo adiós sin decirlo. Y a él le contaron, lo escuchó por ahí o lo leyó y se encaprichó. Entonces deambuló por doquier: El Nacional, Deportivo Quito, Aucas, Liga de Loja, Liga de Portoviejo, Águilas, Santo Domingo, Aviced -estos tres últimos de Segunda categoría- con despedidas indefinidas entre uno y otro hasta 2021.
Quisimos más de él, en calidad y cantidad, consideramos que no llegó a su techo, que no vimos su mejor versión, que si hubiera tenido la mitad de la mentalidad de Cristiano Ronaldo o de Álex Aguinaga se habría convertido en estrella mundial como prometió con sus cuatro goles en el Peruggia en 1999.
Pero así también nos dio lo que pocos nos habían dado por falta de talento: un aporte mágico que destrabó partidos como el primero que le ganamos a Brasil en el Olímpico Atahualpa, cuando dejó en el camino a cuanta estrella brasileña quiso y le cedió un banquete -voluntario o involuntario, no lo sabemos- al Tin Delgado para que anotara un gol histórico, que me lleva a recordar con nostalgia un titular de un diario en la tierra de la samba: “Ahora solo nos falta perder con Venezuela”.
Kaviedes volverá, si no se arrepiente de última hora, al fútbol profesional, con la camiseta de la Liga Deportiva Universitaria de El Carmen, que disputará el torneo de Segunda categoría en Manabí.
Es que los genios -como aquellos que rompen un récord de goleo que sigue sin ser superado, esos que hacen goles históricos para que la selección de su país acuda a su primer mundial o los que marcan de chilena a clubes legendarios como el Barcelona español- pueden regresar cuando quieran, siempre habrá un grupo de fanáticos que los espera con extremada paciencia, aunque ya no sean los mismos de antes.
Autor: Elías Vinueza Rojas