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​Cirugía sin anestesia: el Decreto 60 como punto de no retorno

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Diagnóstico: cultura sin resultados, educación sin alma

Separar educación de cultura fue una decisión que aún intento entender... y que tal vez solo entienda si me intoxico con nostalgia institucional. Quien defienda lo contrario, probablemente no ha gestionado ni una feria barrial sin pedir favores. Porque sí: la cultura debe ser profunda, pero también debe ser funcional.
La educación, si no respira arte, pensamiento crítico y memoria, no educa: solo entrena. El Decreto 60 no elimina la cultura; la saca de la jaula. La devuelve a la arena real. Y eso incomoda. A los cómodos.

Basta de espejismos: compara con quienes funcionan

Dejemos de mirar hacia países igual de confundidos que nosotros solo porque tienen ministerios con nombres bonitos. Si vas a mirar hacia afuera, hazlo bien:

 

  • Japón une cultura con ciencia, deporte y educación en un solo ministerio. Y nadie lo cuestiona.

  • Reino Unido concentra cultura, medios y tecnología en una misma estructura. Y
    marca tendencia global.

  • Canadá no necesita un ministerio exclusivo para tener políticas culturales de peso.

  • Australia entiende que la gestión es más importante que el espectáculo institucional.

 

¿Notas el patrón? No les importa la estética del ministerio. Les importa que funcione. Si aún estamos preocupados por el nombre de la institución, no hemos entendido la cancha. Ni siquiera el deporte.

Academia y gremios: espejo que duele, pero no miente

El Decreto 60 también lanza un reflector incómodo sobre la academia y los gremios: Universidades que siguen repitiendo fórmulas sin contacto con la realidad. Profesionales que salen entrenados para repetir discursos, no para resolver problemas. Y gremios atrapados en trincheras ideológicas de hace 60 años, sin capacitarse, sin innovar, sin asumir responsabilidad.


La reconfiguración del Estado no solo exige nuevas reglas: exige nuevos jugadores. Este no es un ataque a la cultura. Es una prueba de resistencia para quienes se autoproclaman sus defensores. Y si no la pasan, es porque se quedaron hablándole al espejo.

Esto apenas comienza: bienvenidos al siglo XXI

Estamos ante un cambio histórico e inevitable. No importa lo que tú, yo o Walter Mercado pensemos. Lo que importa es que el mundo avanza. Y nosotros o nos actualizamos, o quedamos archivados. No te escandalices si un día se plantea que:

 

  • Los periodos presidenciales duren 6 años, para garantizar ciclos completos de política pública.

  • Desaparezcan los niveles jerárquicos superiores que engordan la burocracia y desangran el presupuesto, porque cobran más de lo que resuelven.

  • Nadie pueda trabajar más de 12 años en el Estado. Porque ser servidor público no es un derecho vitalicio ni una herencia familiar. Es una etapa de servicio. Luego: al sector productivo, a reinventarse o a estudiar un doctorado para enseñar a los jóvenes.

 

¿Te parece radical? Bien. Las transformaciones reales siempre lo son. Lo otro es maquillaje para el statu quo.

Esto no es un ensayo, es una advertencia

Keating diría que no estás aquí para repetir, sino para liderar. House recordaría que las decisiones que salvan al paciente no siempre agradan a los familiares. Kingsfield no diría nada: te lanzaría al estrado, te dejaría sangrar y esperaría que pienses por ti mismo.

 

Y si este decreto no es un error, solo Dios en su inmensa misericordia lo sabrá.


Entiéndase por Dios a la historia, porque dioses hay muchos: Jesucristo, Alá, Yahvé, Brahma, Buda, Ganesh, Sócrates, Dostoievski, Marx, Adam Smith, Foucault, Warhol, Bowie, RuPaul, Madonna, Taylor Swift, Beyoncé, Sharon La Hechicera, Rocío Jurado, Rocío Dúrcal, Celia Cruz, Aretha Franklin, Sylvester, Maradona, Messi, Don Francisco, Cristina Saralegui, Alaska...y aún hay más, porque los altares cambian, pero el fervor es el mismo.
Esto es un precedente. Es lo que se hace cuando ya no se puede perder más tiempo explicando lo obvio.


Lo que duele no es el decreto.


Lo que duele es descubrir cuán inútiles se han vuelto algunas estructuras.

Y si de todo esto solo te queda una frase, que sea esta:

 

O eres parte de la transformación, o eres parte del inventario.

 

Autor: Andrés Zerega

#Ministerios #Ecuador #Cultura #Educación

© 2020 Outpaper, diario digital de Guayaquil, Ecuador.

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